A Gabriel, ese lindo pececito
Al pequeño
Gabriel, ese pececito que apenas empezaba al mundo conocer, que no sabía de
odios ni malicias, en su más pura y tierna infancia, que ha llegado una mano
traicionera y de este mundo su bella alma se lleva.
Privando de su
presencia a esos desconsolados padres que tanto debían enseñarle y es que en
ocasiones esta vida es tan cruel y nadie sabe el por qué ni se lo explica.
Ahora ya nadarás
por el cielo en compañía de angelitos bellos, tus padres y familiares aquí en
la tierra recordaran de ti tantas y tantas cosas bellas, más que hermosas rosas
florecerán en esta incipiente primavera.
De esa mano
ejecutora asesina mejor ni nombrarla como dice tu madre y rezar para que
Gabriel, ese inocente pececito en paz a la derecha del Padre Dios descanse.
A los jueces y
políticos únicamente una cosa les pido: que hagan justicia endureciendo las
penas contra tanta alimaña como hay suelta.
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