Perdonen la osadía
Perdonen la
osadía de presentarme: me llamo Adrián Sánchez Blázquez, también conocido en mi
lugar de nacimiento por Cuartillo, de lo que me siento muy orgulloso ya que era
el apodo de mi padre Fermín.
Disfruto al
componer prosas y versos que escribo por las mañanas y tardes y los releo y
corrijo al llegar la noche.
Siempre tengo
como compañero un aromático y fuerte café que ayuda a inspirarme, y cuando mi
mente se queda en blanco recurro a las musas para que acudan a mi llamada y
lleguen a iluminar mi mente que en estos momentos se encuentra a oscuras.
El café es mi
única droga, cargadito y solo, que estimula mi cerebro y mis glándulas salivares
para que de escribir y hablar una vez que me pongo, nunca pare.
Las ideas fluyen
ágilmente por mi cabeza y como si fuesen agradables y emotivos sueños de los
cuales no deseo despertar en ningún momento.
Fácilmente
confundo sueños con realidades que me hacen pensar y dudar todos los días si
habrán sido ciertos o los habré realizados en vidas anteriores. Porque muchas
de las cosas que me ocurren a diario tengo la sensación de con anterioridad
haberlas vivido, y eso me produce una rara sensación que no me atrevo a
comentarlo con nadie no sea que por loco me traten.
Aunque soy
consciente que de poetas y locos todos tenemos un poco, pero me da la ligera
impresión que al primero que va, lo larga y manifiesta es al primero que en un
manicomio encierran.
Tal y como hoy
está la sociedad, con la cantidad de disparates y atrocidades que ocurren a
diario, me reafirma lo que comentaba don Celedonio que era el director del
psiquiátrico de Plasencia a mi padre, le decía: Fermín aunque no te lo quieras
creer hay más locos fuera que dentro.
Llegó a esta
sabia conclusión después de que se hubiesen escapado de dicha institución
psiquiátrica una treintena de enfermos, rompiendo una alambrada. Se procedió a
informar a todas las autoridades de la comarca, hicieron redadas con los
diversos cuerpos policiales informando que todas todas las personas que reunían
unas características determinadas fueran apresadas y llevadas al manicomio y al
realizar el recuento en el patio de dicha institución sanitaria habían apresado
a sesenta y cuatro, es decir treinta y cuatro más de las que se habían fugado.
Esto es una
anécdota que viene a mi memoria sin saber ¿ el cómo ni el por qué? Pero ahí la
dejo escrita como mera curiosidad.
Ahora que hablo
de mi padre, aprovecho para decir que me dejo algo que es casi lo más
importante que tengo, la pasión por el cante jondo y al amor a las palabras. A
juntar palabras y contar historias. Él era uno de esos poetas de provincias que
cuando se encontraba inspirado creaba y recitaba cantando alguno de sus poemas.
Siento un hondo
pesar y tristeza por no haber recogido por escrito todas sus obras completas,
cientos de poemas en forma de coplas para ser cantadas por el Cuartillo en su
bendita tierra zarceña.
Y es que
últimamente los tiempos andan revueltos, con excesos de calores y fríos,
vientos excesivos y tremendos aguaceros y yo creo que todo esto de alguna
manera influye en alguna que otra alocada cabeza, desatando las más bajas
pasiones, tal y como ocurrió en tiempos pasados en esa España negra que nos
contaban nuestras abuelas.
Deseo que las
aguas vuelvan a su cauce, que solamente tengamos que hablar de cosas agradables
Ahora que el
próximo día veintiuno de marzo llega la primavera, hace un año del nacimiento
de mi primera nieta y es el día de la poesía, deberé escribir un canto u oda a
la alegría, no sé si será en prosa o unos versos en forma de poesía.
En mi repertorio
de prosas y versos aúno equilibradas dosis de desencanto, cachondeo e ironía y
soy capaz de extraer, de entre la paja de la rutina diaria, la preciada aguja
de la singularidad.
Con más o menos
rima van saliendo las cuartetas, unas asonantes y otras consonantes para que el
poema salga para adelante, unas veces de realidades y otras de sueños son las
letras de estos versos que escribo con más o menos acierto.
En unas páginas
en blanco, día a día escribo en mi diario de lo divino y de lo humano, hasta
algún día poder terminar de llenarlo, con anécdotas y vivencias diarias, unas
de llanto y otras de risa y así transcurre mi vida entre penas y alegrías.
Como podemos
tener tan mala pipa siendo la vida tan corta, unos a otros nos ponemos
zancadillas, hasta el extremo de que cuando uno cae el resto nos partimos de
risa. Así que sonríe y piensa y siempre ten la plena certeza que aquel que se
cree el más listo es el que más veces tropieza, aunque no te lo creas y si no
que venga Dios y lo vea.
Un frio polar
hace en la calle y un fuerte aire corre, a lo lejos negros nubarrones como
presagiando algún desastre y eso que es diecinueve de marzo, festividad del día
del padre, pero contra las fuerzas de la naturaleza y como contra las neuras no
hay quien pueda.
Los nervios a
flor de piel y los ojos inyectados en sangre, como esto no se ponga remedio
aquí no hay quien pare y así no hay quien viva, con la que se avecina.
Será por
habernos metido de obras y el dinero no nos sobra, estamos exaltados y
nerviosos con tantos gastos imprevistos, de tantos números y cuentas echar la
cabeza me va a estallar, ni el aparejador ni el arquitecto son capaces a este
problema poner remedio y yo paso las noches en vela soñando con ladrillos,
cemento y tejas.
Después de estar
trabajando duramente toda la vida, a la vejez me veo lleno de escombros y
ceniza, el sueño de una parcela con una casita en el campo y el conseguirlo va
a ser con duelos y quebrantos.
Quisiera ser como ese canario flauta
que con alegres trinos sus males espanta,
volar libremente surcando el cielo
por esos campos llenos de agua, en terreno extremeño.
Que dura debe
ser la convivencia en pareja, cuando se acaba la pasión y dañada por la rutina,
sin recordar la pasión del amor en llamas y el contigo para siempre pan y
cebolla, como un canto al amor eterno, tan cinematográfico como utópico.
Suena como una
oda a todos ésos hombre y esas mujeres que alivian la sed en los encuentros
sexuales, sin ligazón emocional, sin amor, por el más puro placer carnal.
Quisiera hacer
de la irreverencia mi estandarte y de la provocación un arte, y con un tono
imperante suave y nostálgico decirles a mis enemigos que hay Cuartillo para
largo.
Mis escritos contienen versos sueltos
algunos brillantes,
otros buenos
y unos pocos cubren el expediente.
A mis cincuenta
y quince abriles a todos los que desean que la pata estire, les digo que
seguiré incordiando a los biempensantes todo cuanto me sea posible.
No estaría mal llorarle a un catafalco
y cantarle una saeta, pero……
los funerales para los muertos
y las saetas pa´l cachorro.
Si doy un beso
en la boca a un amigo la gente se escandaliza y lo propaga por todo el mundo,
en lugar de pregonar los maravillosos versos que he compuesto en estos años.
Cada uno haga lo
que quiera con su polla y con su coño, lo verdaderamente obsceno es la sangre y
la injusticia, la guerra y la estupidez humana.
En lo tocante a
drogas me hubiera gustado probar algún porro y hasta alguna raya de coca, como
una sensación nueva y a modo de experimento.
A mis sesenta y cinco tacos
lejos de estar sosegado, por el paso del tiempo
me muestro más cabreado y descontento,
y mis versos evidencian un ser amargado y escéptico.
Es porque me
publicaron unos versos maltratados que no eran los que yo había escrito, tan
llenos de erratas que el sentido cambiaba.
Me gustaría dar
un recital en la plaza de toros de Zarza realizando una memorable faena
literaria, y salir por la puerta grande cortando las orejas y que la prensa se
haga eco de ésta proeza.
A punto de
cumplir los sesenta y cinco miro atrás y veo de mi vida tantos episodios, como
si le hubiesen sucedido a otro y es que todo pasa tan deprisa.
Me gustaría
escribir las mejores letras hasta este momento, que todas sean redondas, que
nada les falte ni le sobre, que no haya ningún verso de relleno.
Mi libro me
gustaría el dos de abril terminarlo que es el día de mi cumpleaños, debo darme
prisa de escribirlo y debo ir pensando en el título.
A mis cincuenta y quince
y siempre rodeado de mujeres,
de discos y canciones
de buenos amigos y obsesiones.
Escribir este
libro me está costando lo suyo, porque yo tengo mis licencias poéticas
particulares, como el de rimar singulares con plurales.
El rectificar
parte de todo esto está siendo un trabajo muy jodido y muy duro, no es un libro
de poesía, sino de versos, aunque para sonetos los de Quevedo.
Sus sonetos son
muy satíricos un poco así son los míos, para querer a mis amigos, para vengarme
de algún olvido o para corregir algún entuerto.
Gil de Biedma
tenía la teoría que el verbo hecho tango es la poesía, y si que algunos de los
sonetos que he compuesto con la materia corrosiva del sarcasmo puede que haya
más malos que buenos.
Sobre todo los
más circunstanciales los de bautizos, bodas y banquetes, sin olvidar los de las
comuniones que son como un perfecto pretexto para rellenar un libro de versos y
ahora voy yo y me cago en todos ellos.
Una vez que
estuve un poquito neurótico fui a la consulta de un psicólogo que me recetó un
porrón de antidepresivos, lo que a todo el mundo, y me quedaban dormido.
Tenía delante de
mí una ardua tarea luchar duro conmigo mismo para volver a ser quien era un
aspirante a escribidor aplicado y decidido.
Presento batalla
a la vida echándome para adelante sin nada que ocultar, con todo por delante y
nada por detrás.
Empiezo a subir
las persianas, abro de par en par las ventanas y vuelvo a saludar a la vida con
la mejor de mis sonrisas.
Quiero volver a
sentir la caricia del sol en el rostro, congraciarme con el mundo, volver a ver
un sentido a la vida que a veces es noble y buena.
Me gustaría ser
un Cuartillo peleón de este libro en el día de su presentación, aunque aún veo
muy lejano el momento que llegue a realizar este evento.
Como si de una
fiesta fuese a recitar el pregón tendré que encaramarme en un balcón, aunque si
va a ser en la biblioteca pública creo no necesitaré ningún tipo de ayuda.
Sería uno de mis
grandes aciertos entusiasmaros con las letras de mis versos, la sinceridad que
transmiten todas mis letras sin trampas al contar mis amargas historias.
Algunos por
adularme me llaman poeta pasándome la mano por el hombro al leer alguno de mis
versos, pero yo nunca quise pretender que tengo de poeta la gracia que no quiso
darme el cielo.
Me gustaría que
mi prosa literaria apareciese en una revista de gran tirada, donde hay hermosas
tetas en la portada, de Intervíu hablaba, aunque esto ya es agua pasada.
A quien quiera
venir conmigo le cambio versos por penas, en un hermoso rincón de la Vera dice
la letra del estribillo, lo mejor con diferencia.
¿ Por qué nos
gusta tanto Cuartillo? Me preguntan y yo les contesto en este tipo de preguntas
con lo que se me pone cara de gilipollas y no sé qué contestar a esto, pero
sigo componiendo versos.
Me gustan las
canciones de Sabina, de Leonard Cohen y de Bob Dylan, pero más que escuchar sus
discos me encanta acudir a sus conciertos en directo.
En mis poemas
trato de buscar la excelencia siempre, si no lo logro, lo intento de un modo
más fuerte con mayores bríos, más afanosamente intentando complacer a mis
lectores.
Pero esto
encierra una trampa pues si logro la consecución de la obra maestra, de su
alargada sombra ¿cómo me zafaré luego de ella?.
Unas buscan
matrimonio acortándose la falda nueva, otras quieren un buen polvo
desprendiéndose del tanga. Yo creo que de este modo puede que me vuelva loco,
sabiendo templar la guitarra quizás consiga llevarlas a la cama y con suerte y
un poco de tino ojalá llegue a tocar el cielo.
Quisiera que la
letra de mis versos al terminar de escribir mi libro llegase a ser incendiario
y divertido, pero sobre todo muy didáctico.
Por una calle a
mi nombre en Villanueva hasta madrugar merece la pena, y es aquí donde resido
en este bello rincón del paraíso.
En un momento
del recital poético, emocionado me paro en seco contemplando en silencio al
público y pienso muy ilusionado “si lo supieran en mi pueblo “.
Y entre recital
poético y recital poético quisiera mostrar mi agradecimiento, me siento
abrumado y nervioso aunque muy orgulloso de estar con todos vosotros.
Las prosas y
versos que escribo como dicen algunos críticos no son tan malos, ni son tan
buenos, son sencillamente sentimientos íntimos.
Os pido que
seáis un poco más franceses, un poco más clementes, un poco más generosos y no
lo neguéis, como Sabina, todo.
Quisiera ser un
buen poeta, un gran testigo de mi tiempo y un gran cuentista en el mejor
sentido del término.
Quisiera
manifestar a todos mis lectores que muchas de las ideas y componentes de lo que
aquí digo y escribo, son directamente consecuencia de haber leído el libro
Perdonen la tristeza que Javier Méndez escribe de Joaquín Sabina y por eso me
despido de ustedes en la calle melancolía.
Perdonen la osadía
de querer equiparar estas letras
con las que escribe, recita y canta
el incombustible genio de Sabina.