Ayer tuve un sueño
de un alto contenido
anticlerical y agnóstico,
medio erótico y sarcástico.
Como en los evangelios apócrifos
encontrados en el Mar Muerto,
que dan al traste con más de dos mil
años de historia
de falsas creencias religiosas.
En la sacristía veo a unos monaguillos
que con faldas y a lo loco y un poquito
risueños,
al compás de los vapores etílicos
al beber vinos dulces y espirituosos.
Con la excusa de atizar el incensario
con las hojas de los periódicos
se están liando unos porros,
tan humeantes y olorosos.
Después observo a unas monjitas
que ligeras de ropa y en minifalda,
con un tirachinas que llevan por bragas
bailan la yenka todas desmadradas.
Veo a unos curas con raftas
que quitándose unos a otros la sotana
todos tocas sus flautas,
en santa orgía al ver lo que pasa.
Empiezan a engrasar los manubrios
cada cual frota y saca brillo al suyo,
hasta que llega el sacristán
y se une al corro en un tris tras.
Esto es como el humor amarillo
que aquí te cojo y aquí te pillo,
como acabo de despertarme de éste diabólico
sueño
cojo papel y pluma y lo cuento.
Deseo que con la que está cayendo
haberos divertido al menos un momento,
aunque no sean unos versos muy católicos
en penitencia me pongo a desayunar unos
churros.
Soy un hombre de buen talante
y no deseo faltar el respeto a nadie,
si alguien se siente ofendido
desde aquí mis disculpas le pido.
El buen humor que nunca me falte
todos los días, mañanas y tardes
y como de escribidor soy aspirante
hoy les dejo este poema por delante.
Al componer estos versos
se me alegra todito el cuerpo,
y sin querer pecar por exceso
espero no ser excomulgado por ello.
Van dedicados estos versos diabólicos
que sin ningún orden ni concierto,
sirvan de gran divertimento
a las gentes de mis pueblos.
Adrián
Sánchez Blázquez
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