Yo hago que vivas porque has muerto
aunque no en tu cuerpo,
seguimos juntos
como en los viejos tiempos.
Le pediré a la poesía
me provea de palabras hondas,
consoladoras y bellas
para escribir este poema.
Un poema con una mirada serena
a veces conciliadora,
otras veces crítica
como los paisajes y las gentes de cada
día.
El habito del padre e hijo
de pasear juntos,
por el campo zarceño
sin borrarse en la memoria de los vivos.
Cuando hace buen tiempo
invita a realizar el camino,
como retrocediendo en el tiempo
constituyendo una forma de reencuentro.
Viendo las encinas y los olivos
con lo que es posible como hijo huérfano,
cruzar la mirada y entablar dialogo
con mi padre que reside en el paraíso.
Imaginamos a mi padre hablando conmigo
a través del canto de los pájaros
del rumor de la corriente del río
o de las hojas agitadas por el viento.
A mi padre están dirigidas estas
palabras
con el habla directa de este pobre poeta
en recuerdo de los paseos por el campo
zarceño
como un bello y agradable pasatiempo.
Adrián Sánchez Blázquez
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